viernes, 25 de marzo de 2016

Exaltación vs Raciocinio (Semana Santa)

Reconozco que soy humana y naturalmente me ocurre también. Aquí, en una fría mañana de primavera, asomada al balcón desde donde se divisan las cumbres nevadas de los Alpes y sintiendo el viento mugir entre las ramas de los abetos me tomó el café y pienso que también me pasa. 

Suena en mi Napster el Cristo de los gitanos cantando por Camarón y me entran ganas de llorar: me emociono. Intento analizarlo fríamente y deduzco que yo, que encima no soy nada folklórica ni me gusta el flamenco, estoy siendo envuelta en la nostalgia de la tierra, de la niñez y juventud, cierta morriña, sentido de nostalgia y pertenencia al pueblo, mi infancia que son recuerdos de un patio cordobés, la hermosa poesía de Machado, cante jondo y sobre todo Andalucía, que marca, que es muy hermosa y grande, tanto que la llamada cultura popular española no es sino una pura apropiación de ella. 

Desde lo puramente racional la Semana Santa es una explosión de cultura y arte. Es la exposición andante de esculturas hermosas profusamente ornamentadas que representan la tortura, muerte y resurrección del Cristo de los católicos. 

Recuerdo que una Semana Santa estando yo en COU me llevó mi tío a Priego de Córdoba junto a mis primos a ver a su Cristo y el momento que éste bendecía los hornazos. Pues bien, cuando lo devolvieron a la Iglesia empecé a llorar emocionada. ¿Por qué? ¿Por qué? Me preguntaba a mí misma, teniendo en cuenta que ya en aquel tiempo dudaba seriamente de la existencia de Dios y que era muy consciente de que estaba admirando a una hermosa escultura que los humanos hacían andar y mover. 

La respuesta la obtuve años más tarde cuando visualicé desde un helicóptero el gran cañón del Colorado: volví a llorar emocionada sin poderlo remediar.  Me volvió a ocurrir investigando a mis antepasados al contemplar la Sacristía de la catedral de Urbino que construyeron los ebanistas franceses contratados por Roma Pietro Ugar di Lione (Lyon) y sus hijos, mientras lo explicaba el director del Museo. Las lágrimas rodaban sin poderlo evitar. 

Empiezo a sospechar que quienes tomaron el poder de algunas religiones como la católica supieron de este fenómeno y lo explotaron bien. Juntaron la necesidad que tiene el hombre de la existencia de un ser supremo para consolarse de la muerte, apoyarse en los momentos duros y controlar ciertos comportamientos a través del ojo que todo lo vigila. Como al pópulo le gusta eso de celebrar y no podían acabar con las tradiciones paganas de los solsticios de invierno, primavera, verano y otoño, lo que hicieron fue transformarlas hábilmente en Navidad, Semana Santa, San Juan y Todos los Santos. 

Y si encima lo embellecemos a través del trabajo de los mejores artistas y lo mezclamos con música celestial (se admiten para Andalucía saetas de estilo machadiano)  consigues el cóctel perfecto: mueves ese botón exaltador interior que tenemos los humanos que se emociona visualizando y sintiendo lo hermoso, porque el efecto es mágico: unes belleza y divinidad que entra por ojos y oídos y de ahí se pasa al éxtasis interior, a las lágrimas, sumamos que se perciba con la energía generada de manera colectiva como cuando se va a un concierto de los Rolling o coreas a tu equipo (pertenencia común) y le adhieres la nostalgia de haberlo vivido y el resultado es en una especie de orgasmo sensorial contra lo cual no existe razonamiento que pueda con ello. 

Pasaré, por tanto, de hablar de la supuesta penitencia, recogimiento, reflexión, contemplación, silencio, rezo, luto por la muerte, dolor de la virgen, la soledad, lo que pensaría el "Cristo de los pobres" ante tanto dorado, tanto oro de vírgenes, tantas joyas de las señoras pijas, tantos trajes nuevos VERSUS la realidad: postureo, estreno traje, yo quiero salir con mi capirote, ¡que no llueva!, mola ir de procesión y que te contemple el público, soy de la hermandad pero ni voy a misa, me pongo guapo para que me vean en mi balcón o palco, yo veo los pasos con mi bolsa de pipas, me pongo la mantilla y me pinto como si fuera a la disco, la hermandad sirve para darme caché social pero luego no tengo una vida ejemplar, en la cofradía somos caritativos con los pobres pero votamos a partidos que les recortan en gastos sociales o los desahucian....

Termino ahora mi café, mmmm, no hay nada como respirar aire puro...ah! No se les ocurra pedirme respeto a los primeros que no saben respetar el significado real de la Semana Santa. 


domingo, 20 de marzo de 2016

Una explicación os debo

Una explicación os debo, como diría el alcalde de Villar de Río, porque me consta que estas historias le gustaban mucho a mis amigas y que yo me comprometí a escribir para contarle mis impresiones de vivir en los Alpes durante el tiempo que viva aquí. Si hubiera seguido esto hubiera dado para un libro de Petere porque he vivido tanto y ha sido tan maravilloso que algún día lo escribiré incluso siguiendo la clave de humor . Pero prometí a una persona que quiero (no, no es mi marido que se moría de risa al leerme) no escribir nada personal, y bueno lo he cumplido (lo cual no significa que cuando acabe ciertas obligaciones vuelva a hacerlo), 

Así que se queda como recuerdo, de momento...

lunes, 24 de noviembre de 2014

Cultura, cultura, cultura!!!!

Hay muchas maneras de adquirir cultura, y una de ellas es viviendo en otro país e interesándose por su lengua y por su cultura. Me encanta este país. Es maravilloso y multicultural, y su lengua es hermosa y lógica (aunque difícil, lo reconozco) sus paisajes son preciosos y me siento privilegiada por esta experiencia. 
Si volviera a nacer, a pesar de la tortura física y mental que para mí supone mudarse varias veces con dos niños, volvería a repetir. 
Llega mi tren a su destino. Tschüss!!!

lunes, 17 de noviembre de 2014

Impresiones sobre Baviera I

Ha pasado mucho tiempo desde que no escribo en este blog y han pasado muchas cosas también. Me ha dado tiempo a encontrar una casa muy bonita cerca del colegio y el Kinderkrippe de mis hijos, la casa que yo siempre soñé, llena de verde, mucho verde, verde que te quiero verde, y que Oberbayern, un paraiso maravilloso, levantarme cada día y mirar por la ventana es un regalo que agradezco y me emociona, es maravilloso vivir y respirar aquí. Me ha dado tiempo a enviar mi tesis doctoral que defenderé pronto. Me ha dado tiempo a apuntarme a un curso para mejorar mi nivel de alemán con compañeros de muchos países a los que adoro, esa multiculturalidad de la que cada día aprendo, me enriquece y rompe cada día mis posibles prejuicios (si es que en mí quedaba alguno tras vivir en Cambridge). Cada día cojo sola mi tren para ir a clase y se montan en él miles de historias vivas e interesantes que, a medida que perfecciono mi alemán, enriquecen mi vida. Me ha dado tiempo a celebrar el cumpleaños de mi hija adaptándome a las costumbres del lugar, en definitiva, soy aquí muy feliz. 
Estoy sentada en el tren, admirando a la lluvia caer sobre el lago, es un privilegio para mis ojos, hace dos paradas más y entran mis compañeras Janina de Brasil y Moshgak de Afganistán. Vamos a charlar un poco... Hasta pronto!!!!

martes, 23 de septiembre de 2014

Las Rabenmütter y yo (la Casa de la Pradera y la caja de zapatos) segunda parte

Y sí, como ya conté el cole empezaba el martes 16 de septiembre y así que iba mi hija muy ufana con su mochila Scout, la Schultüte, el Dindl y con sus trencitas (mamá, esto parece un cuento muy raro)... Y como ese día va la familia a acompañar al niño en su primer día de colegio (de nuevo gracias blogs y foros por ponerme al día) pues allá que íbamos mis suegros, mi marido y yo con mi bebé y su carrito caminito de la Grundschule por una senda del bosque alpino donde según el mapa se acortaba (cascada preciosa incluida). La niña de la mano de la abuela ("uyyu si llego a saberlo no me pongo tacones", decía) y yo con mis monísimos zapatos de leopardo planos que hacían estragos en mis pies cabos (lo único que había tenido bueno de mi época de ballet) 


Íbamos con el tiempo justo y yo ya me imaginaba a las Rabenmütter agonías cogiendo sitio en la clase media hora antes así que ya me estaba poniendo mala "ay venga, vamos a darnos prisa y luego miramos las montañitas de Heidi". 

Llegando al colegio vimos a los ultimos niños llegando con los Ledenhose y las niñas con los Dindls con peinados muchos más recargados que las simples trenzas de Sofía, "pero si parecen los de la Casa de la Pradera" dijo mi suegra "jajaja Mari no me hagas reír que vamos tarde jajajaja". 

Fuimos los últimos en llegar, a pesar de haber sido muy puntuales, pero ya en la puerta de la clase estaban apostadas muchas madres (algunas también llevaban el traje), abuelos, padres con el traje regional (tan propios que parecían a punto de coger el trombón y tocar Rosamunde) y todos los niños sentados ya en sus pupitres ergonómicos, muy bonitos.  Sofía se sentó en el sitio que ponía su nombre y aquello parecía Hollywood: la profesora con su Dindl también hablando y presentando el curso y los padres grabando y haciendo fotos con flash. Las Schultüte sobre la mesa y las mochilas (tooooodas Scout cómo no) en el suelo. 

Observé que en el pasillo de la entrada de la clase estaba el nombre de mi hija con un globito. 
Y me di cuenta que mi marido -hombres, qué poco observadores-me había hecho dar vueltas como una tonta por Primark, Carrefour, Hipercor buscando zapatillas de estar en casa especiales invernales para el cole, pues fue lo que me dijo que "creía haber visto puestas a las niñas cuando apuntó a la niña al cole en julio" (así que yo las había comprado finalmente de pelito de peluche altas). Pues observando ahora las repisas de zapatos de otras clases vi que usaban las típicas de agujeros de plástico playeras (normal, no tienes casi ni que mirar al ponértelas o quitártelas) -y como yo me las había traído de España genial-. 

Fue muy bonito cuando bajaron después al Hall del colegio y los de la segunda clase cantaron una preciosa canción de bienvenida a los de primero, la cual fui traduciendo a mi suegra, y cuya letra venía a decir que bienvenidos a nuestro colegio donde queremos que seáis felices aquí haréis amigos aprenderemos a leer, escribir, contar, sumar, restar., etc
Luego habló el director del cole con mucho acento bávaro y claro, ahí pillé pero me tragué también muchos oá, moa, toa, y de eso no pillo nada y entonces me acordé de lo de Bayern des samma mia y de mi amiga Manuela y yo cantándola en Ronda jajaja. Diosss ¿aprenderé algun día a entender este dialecto? . 

Recogimos a la hora a la niña en clase, -antes habíamos tomado un cafelito, un Bretzel que el colegio ofrecía en un stand para amenizar la espera-y de vuelta en la clase los padres teníamos que meter en la taquilla de cada niño el material escolar comprado (mucho de pinceles, pinturas, de manualidades etc) y aquello que pudiera ser posible dentro de una caja de zapatos traída al efecto (nosotros conseguimos una improvisada de nuestra casera la noche de antes donde escribí el nombre de mi hija con el rotu permanente en un lado) peroooooo sí!!!!ya lo sabéis: las Rabenmütter!!!!  habían forrado las cajas, bordado o pegado los nombres de sus hijos, y decorado con los mismos motivos que las Schultüte. Cómo no. Yo muy educada intenté colocar las cosas en la taquilla, pero apenas me dejaban espacio -como es lógico muchas se recreaban en su arte y se mostraban entre ellas las preciosas obras realizadas- así que tuve que esperar un poco a que las mamá Raben (cuervo) levantaran el vuelo para abrir mi triste y blanca caja de zapatos y colocarlo todo de forma ordenada. Me dieron ganas de sentarme a dibujar algo (siempre se me dio bien, es un don que me viene de mi familia paterna) pero había otros padres esperando y pensé que ya no era el momento (de haberlo sabido...)

 Llegó la fotógrafa del cole y todos los niños tenían que alzar para la foto la Schultüte y Sofía en medio, alzando la suya, ay, la única lisa y "pelaita" y yo notando cómo algunas madres Raben buscaban con la mirada a esos padres despiadados y crueles que al cono de dulces no le habían puesto ni un triste lazo de los chinos...

A los dos días, el jueves a las 19:00 era la cita con los padres en la clase y nuestro primer encuentro directo, pero eso merecerá otro capítulo...

Fuerza y honor alpino! 

lunes, 22 de septiembre de 2014

Las jarsfía (primera parte)

La primera vez que escuché lo de Hartz IV (léase Jars fía de vier, cuatro en alemán) no sabía que era el apellido del ministro que aprobó esas ayudas y subsidio que dan en Alemania cuando se acaba el paro etc y que por lo visto te pagan el alquiler de la casa, dinero para alimentos si tienes hijos etc y que en Alemania hay miles de familias que viven de ellas. Hay sectores de población en este país que miran despectivamente a los subsidiarios del Harzt IV. Aquí por lo visto hay que haber cotizado 5 años para que den esas ayudas o eso creo aunque tampoco estoy enterada y en mi caso no he venido a este país para esos menesteres por mucho que pueda pensar la Merkel lo que quiera de mí y de mis compatriotas. 

Pues bien, la cosa es que hoy he tenido mi primera experiencia con las "Jarsfía" y muy buena por cierto. Al menos ha sido más acogedora que las Rabenmütter. 

Esta tarde tras recoger a Sofía del cole decidimos visitar un pueblecito cercano donde nos habían dicho que había casas muy buenas a buen precio (¿por qué no preguntar si encontrábamos una mejor que la que vamos a tener?) y ahí estábamos nosotros aparcados en el Edeka del lugar cuando mi marido baja y le pregunta a una madre y a su hija dónde quedaba la inmobiliaria más cercana. La mujer y la hija (adolescente ésta y cuarentañera la madre) charlan animadamente con Herr Trianero -yo en el coche con los niños- y a los 3 minutos éste se monta con cara sorprendido y me dice "que las sigamos, que junto a su casa alquilan una 3-Zimmer-Wohnung que está muy bien por lo visto". Las seguimos, ellas hicieron señas geométricas a mi marido y éste se metió en un parking trasero de piedras chinitas desangelado frente a una fábrica de madera que daba a unos portalitos de casitas de dos plantas corridas que me recordaban a las victorianas de protección oficial que había en los suburbios de Cambridge. Yo, que ya que me había hecho la idea de vivir en un apartamento bonito de la granja del "ia ia ooo",  enseguida sentí nostalgía de lo verde y de los animalitos. 

Pensé que nos iban a mostrar el portal de la casa en alquiler, y sí, nos la señalaron de lejos (la 12c) pero enseguida nos dijeron Kommt rein!!! Y dije "¿ con los niños?" "Freilich!!!" Y yo pensé "éstas no conocen a chichonito y sus travesuras y a "estoyleyendolarevistademiaandmeynoquieroquememolesten" En fin...
Pues eso, que nos invitaron a entrar a su casa donde había que hacer malabarismos para poder encontrar hueco libre entre los cientos de zapatos viejos (verano e invierno mezclados) que había en el suelo - desperdigados por doquier en ese momento me acordé de mi madre y me vino una sonrisa vengativa- las puertas sin cristales sustituidos con retales de dudosa procedencia y motivos infantiles y paños de cocina, las puertas de madera con el nombre puesto con esmalte de uñas, cuadros en plan buda y new age regular pintados, cachibaches por todos lados, paredes llenas de percheros a punto de caerse rebosantes de abrigos y chaquetas, velas que velaban fotos de recordatorios con cruces, ceniceros medio llenos sobre una mesa de hule de plástico y en medio del salón (planta de arriba): la gran supertele de plasma. 
Me recordó a los programas de Callejeros cuando se quejaban aquellas chicas agitanadas al presentador "ayyy que me he tenido que okupar esta casa porque tengo tres churumbeles que dar de comer" y se veía la mesa del salón con trozos de pan y yogur y en medio allí estaba siempre, indeleble: la supertele de plasma. Pues eso. 
Eran unas Harzt IV, se notaba, la madre tenía tres hijos, uno ya fuera de casa, la adolescente (típica con sudadera, pelo teñido de oscuro, ojos excesivamente pintados de negro y mascando chicle) y un niño de 6 años, la misma edad que mi hija. Y , sin embargo, llamaron por teléfono al dueño de la casa, buscaron por internet, y recabaron toda la información por nosotros, se portaron fenomenal, dejaron a chichonito corretear por el salón aunque yo no le dejara tocar nada. Entonces pregunté por mi hija, ¿y la niña? "Da igual, -me dijeron-que entre donde quiera...El pequeño está a punto de volver del cole y pueden jugar (¿con 6 años y vuelve solo del cole?) Herr Trianero me dijo "Aquí es lo normal". 
Les dimos las gracias, la chica buscó un papelito para apuntar algo con esas uñas pintadas de oscuro y metiéndose el post-it en la boca buscando un boli entre los miles de objetos que había en la encimera de la cocina (ayyyyy con lo escrupuloso que es mi marido, jejejejr pensé) y así efectivamente comprobé su cara de circunstancias. 
Al final nos teníamos que marchar, comenzó a diluviar de repente y nos despedimos, habían sido muy amables y estábamos agradecidos (el piso no tenía cocina, así que no, "pero aquí se mueren muchos viejos, no os preocupéis, se venden baratas de segunda mano" nos dijo) cuando pasábamos por la esquina con el coche allí estaban ellas, habían salido a despedirse y se les había unido un preciodo niño rubio de la edad de Sofía. Nos decían adiós con la mano. 
Un encanto las "Jarsfía" hay que reconocerlo. 

En el coche de repente olía a un perfume pegajoso y profundo, de los baratos esos que marean... Miré a mi hija... Antes de que abriera la boca ya conocía la respuesta: ¡¡¡¡¡Otra vez Lara!!!!!

Fuerza y honor alpino!!!

domingo, 21 de septiembre de 2014

Glücklich anywhere

Encantada, estoy feliz. 
De momento sí. 
Detalles como que he perdido muchísimas comodidades de las que gozaba en España como tener buen piso o casa, con más espacio abiertos, mejores muebles, cocina, tele, mejor clima, mi canal plus, mi rincón de estudio, coger mi coche, darme un chapuzón en la playa o piscina, o tener el trabajo que me llena de satisfacción etc... Se compensan con detalles que te hacen feliz como ir a comer a un restaurante de este pueblo o alrededores y que puedas poner a tus hijos descalzos en la hierba en una ladera de los Alpes sin que paren de jugar en columpios o en cajones de arena o en que la sala de dentro tengan rincones infantiles me encanta. 
Pero aquí en Baviera es así, en cualquier Administración (incluso Hacienda) los niños tienen su espacio de juegos y es algo que me indica que quedan lugares en el mundo que guardan respeto a la infancia. 
De niña agradecía cuando mis padres me llevaban a algunas ventas o a los Villares en Córdoba a restaurantes con columpios. En España es ocasional, aquí es lo habitual, y me gusta. 
Hoy aprendí que se puede ser muy feliz estando con mi familia en espacios muy reducidos (qué ganas de que me den ya mi casa que también es pequeña pero no tanto) y ahora entiendo que los niños son felices en cualquier lugar siempre que los quieras y estés con ellos. 

Me acostumbré a vivir con lujos (de clase media obviamente) y ahora, sorprendentemente (y de momento, claro) no echo nada de eso de menos. Supongo que va con la forma de ser, a mí me compensa más vivir la experiencia, va con mi espíritu ávido y aventurero aparte de que soy una tía espartana y nada mijita, a mí todo me parece bien y me suele gustar, rara vez me quejo (salvo política claro jajaja) 

Ya lo conté en mi otro blog, soy muy de contrastes, he podido disfrutar de una cena con langosta y Möet Chandon en una isla privada de Las Maldivas y ahora puedo estar metida en un mini-salón dormitorio escuchando la lluvia y tomando un vino en un vasito de plástico sintiéndome en el paraiso. 

Como decía mi querido Rosendo "maneras de vivir".