domingo, 21 de septiembre de 2014

Glücklich anywhere

Encantada, estoy feliz. 
De momento sí. 
Detalles como que he perdido muchísimas comodidades de las que gozaba en España como tener buen piso o casa, con más espacio abiertos, mejores muebles, cocina, tele, mejor clima, mi canal plus, mi rincón de estudio, coger mi coche, darme un chapuzón en la playa o piscina, o tener el trabajo que me llena de satisfacción etc... Se compensan con detalles que te hacen feliz como ir a comer a un restaurante de este pueblo o alrededores y que puedas poner a tus hijos descalzos en la hierba en una ladera de los Alpes sin que paren de jugar en columpios o en cajones de arena o en que la sala de dentro tengan rincones infantiles me encanta. 
Pero aquí en Baviera es así, en cualquier Administración (incluso Hacienda) los niños tienen su espacio de juegos y es algo que me indica que quedan lugares en el mundo que guardan respeto a la infancia. 
De niña agradecía cuando mis padres me llevaban a algunas ventas o a los Villares en Córdoba a restaurantes con columpios. En España es ocasional, aquí es lo habitual, y me gusta. 
Hoy aprendí que se puede ser muy feliz estando con mi familia en espacios muy reducidos (qué ganas de que me den ya mi casa que también es pequeña pero no tanto) y ahora entiendo que los niños son felices en cualquier lugar siempre que los quieras y estés con ellos. 

Me acostumbré a vivir con lujos (de clase media obviamente) y ahora, sorprendentemente (y de momento, claro) no echo nada de eso de menos. Supongo que va con la forma de ser, a mí me compensa más vivir la experiencia, va con mi espíritu ávido y aventurero aparte de que soy una tía espartana y nada mijita, a mí todo me parece bien y me suele gustar, rara vez me quejo (salvo política claro jajaja) 

Ya lo conté en mi otro blog, soy muy de contrastes, he podido disfrutar de una cena con langosta y Möet Chandon en una isla privada de Las Maldivas y ahora puedo estar metida en un mini-salón dormitorio escuchando la lluvia y tomando un vino en un vasito de plástico sintiéndome en el paraiso. 

Como decía mi querido Rosendo "maneras de vivir". 


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