lunes, 22 de septiembre de 2014

Las jarsfía (primera parte)

La primera vez que escuché lo de Hartz IV (léase Jars fía de vier, cuatro en alemán) no sabía que era el apellido del ministro que aprobó esas ayudas y subsidio que dan en Alemania cuando se acaba el paro etc y que por lo visto te pagan el alquiler de la casa, dinero para alimentos si tienes hijos etc y que en Alemania hay miles de familias que viven de ellas. Hay sectores de población en este país que miran despectivamente a los subsidiarios del Harzt IV. Aquí por lo visto hay que haber cotizado 5 años para que den esas ayudas o eso creo aunque tampoco estoy enterada y en mi caso no he venido a este país para esos menesteres por mucho que pueda pensar la Merkel lo que quiera de mí y de mis compatriotas. 

Pues bien, la cosa es que hoy he tenido mi primera experiencia con las "Jarsfía" y muy buena por cierto. Al menos ha sido más acogedora que las Rabenmütter. 

Esta tarde tras recoger a Sofía del cole decidimos visitar un pueblecito cercano donde nos habían dicho que había casas muy buenas a buen precio (¿por qué no preguntar si encontrábamos una mejor que la que vamos a tener?) y ahí estábamos nosotros aparcados en el Edeka del lugar cuando mi marido baja y le pregunta a una madre y a su hija dónde quedaba la inmobiliaria más cercana. La mujer y la hija (adolescente ésta y cuarentañera la madre) charlan animadamente con Herr Trianero -yo en el coche con los niños- y a los 3 minutos éste se monta con cara sorprendido y me dice "que las sigamos, que junto a su casa alquilan una 3-Zimmer-Wohnung que está muy bien por lo visto". Las seguimos, ellas hicieron señas geométricas a mi marido y éste se metió en un parking trasero de piedras chinitas desangelado frente a una fábrica de madera que daba a unos portalitos de casitas de dos plantas corridas que me recordaban a las victorianas de protección oficial que había en los suburbios de Cambridge. Yo, que ya que me había hecho la idea de vivir en un apartamento bonito de la granja del "ia ia ooo",  enseguida sentí nostalgía de lo verde y de los animalitos. 

Pensé que nos iban a mostrar el portal de la casa en alquiler, y sí, nos la señalaron de lejos (la 12c) pero enseguida nos dijeron Kommt rein!!! Y dije "¿ con los niños?" "Freilich!!!" Y yo pensé "éstas no conocen a chichonito y sus travesuras y a "estoyleyendolarevistademiaandmeynoquieroquememolesten" En fin...
Pues eso, que nos invitaron a entrar a su casa donde había que hacer malabarismos para poder encontrar hueco libre entre los cientos de zapatos viejos (verano e invierno mezclados) que había en el suelo - desperdigados por doquier en ese momento me acordé de mi madre y me vino una sonrisa vengativa- las puertas sin cristales sustituidos con retales de dudosa procedencia y motivos infantiles y paños de cocina, las puertas de madera con el nombre puesto con esmalte de uñas, cuadros en plan buda y new age regular pintados, cachibaches por todos lados, paredes llenas de percheros a punto de caerse rebosantes de abrigos y chaquetas, velas que velaban fotos de recordatorios con cruces, ceniceros medio llenos sobre una mesa de hule de plástico y en medio del salón (planta de arriba): la gran supertele de plasma. 
Me recordó a los programas de Callejeros cuando se quejaban aquellas chicas agitanadas al presentador "ayyy que me he tenido que okupar esta casa porque tengo tres churumbeles que dar de comer" y se veía la mesa del salón con trozos de pan y yogur y en medio allí estaba siempre, indeleble: la supertele de plasma. Pues eso. 
Eran unas Harzt IV, se notaba, la madre tenía tres hijos, uno ya fuera de casa, la adolescente (típica con sudadera, pelo teñido de oscuro, ojos excesivamente pintados de negro y mascando chicle) y un niño de 6 años, la misma edad que mi hija. Y , sin embargo, llamaron por teléfono al dueño de la casa, buscaron por internet, y recabaron toda la información por nosotros, se portaron fenomenal, dejaron a chichonito corretear por el salón aunque yo no le dejara tocar nada. Entonces pregunté por mi hija, ¿y la niña? "Da igual, -me dijeron-que entre donde quiera...El pequeño está a punto de volver del cole y pueden jugar (¿con 6 años y vuelve solo del cole?) Herr Trianero me dijo "Aquí es lo normal". 
Les dimos las gracias, la chica buscó un papelito para apuntar algo con esas uñas pintadas de oscuro y metiéndose el post-it en la boca buscando un boli entre los miles de objetos que había en la encimera de la cocina (ayyyyy con lo escrupuloso que es mi marido, jejejejr pensé) y así efectivamente comprobé su cara de circunstancias. 
Al final nos teníamos que marchar, comenzó a diluviar de repente y nos despedimos, habían sido muy amables y estábamos agradecidos (el piso no tenía cocina, así que no, "pero aquí se mueren muchos viejos, no os preocupéis, se venden baratas de segunda mano" nos dijo) cuando pasábamos por la esquina con el coche allí estaban ellas, habían salido a despedirse y se les había unido un preciodo niño rubio de la edad de Sofía. Nos decían adiós con la mano. 
Un encanto las "Jarsfía" hay que reconocerlo. 

En el coche de repente olía a un perfume pegajoso y profundo, de los baratos esos que marean... Miré a mi hija... Antes de que abriera la boca ya conocía la respuesta: ¡¡¡¡¡Otra vez Lara!!!!!

Fuerza y honor alpino!!!

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